viernes, 23 de mayo de 2008

La mente sin perdón



La mente sin perdón está llena de temores y no deja sitio al amor, no le deja espacio para abrir sus alas y remontarse por encima del tumulto mundano. La mente sin perdón esta triste, sin esperanza de consuelo y liberación del dolor. Sufre y mora en el abatimiento atisbando en las tinieblas, sin poder ver pero segura de que el peligro la acecha. La mente sin perdón es atormentada por la duda, confusa de si misma y de todo lo que ve, temerosa y agresiva, débil y balbuceante, con miedo de marchar y miedo de detenerse, con temor de estar despierta y temor de dormir, aterrorizada por los sonidos y aterrorizada por el silencio, temerosa de la penumbra y más temerosa al acercarse la luz. ¿Qué puede percibir la mente sin perdón mas que la condenación? ¿Qué puede contemplar más que la prueba de que todos sus pecados son reales? La mente sin perdón no percibe errores, solo culpas. Ve al mundo con ojos ciegos y lanza un grito al contemplarse a si misma agrediendo la miserable parodia de vida que ha creado. Quisiera vivir pero preferiría morir. Anhela el perdón pero no ve esperanza. Quiere acabar pero es impotente al ver culpa y pecado en todo. La mente sin perdón se encuentra abatida, sin concebir un futuro que le ofrezca nada mas que la desesperanza. Considera su juicio del mundo como irreversible. Y no comprende que es ella quien se ha condenado a si misma. Piensa que no puede cambiar pues lo que ella ve es testimonio de que su juicio es correcto. No pregunta, porque cree saber. No cuestiona, por estar segura de que está en lo correcto. Un Curso de Milagros - Lección 121 Cada mente sin perdón te brinda una oportunidad para enseñar a la tuya a perdonarse a si misma. Cada una espera a través de ti la liberación del abismo y se vuelve hacia ti clamando por el Cielo aquí y ahora. Ella no tiene esperanza, pero así te conviertes en tu propia esperanza. La mente sin perdón debe aprender mediante tu perdón que ha sido salvada de las tinieblas. Y al enseñarle el camino de la salvación tú también lo aprendes. Y toda esta enseñanza proviene no de ti sino del Maestro que se te ha dado para enseñarte el camino. Hoy practicaremos aprender a perdonar. Si estás dispuesto puedes aprender hoy. Y sabrás usar la llave de la felicidad. Dedicaremos diez minutos en la mañana y diez minutos en la noche para aprender a dar y recibir el perdón. La mente sin perdón no concibe que el dar y el recibir sean lo mismo. Pero hoy aprenderemos que así es al practicar el perdón hacia quien consideras tu enemigo y hacia quien consideres tu amigo. Al aprender a verlos por igual, extenderás la lección a ti mismo y verás que la liberación de ellos, incluye la tuya. Empieza las prácticas pensando en alguien que parezca irritarte o a quien preferirías no encontrar. Algún otro a quien detestas o de quien simplemente quisieras olvidarte. No importa en que forma se manifieste tu hostilidad. Cualquier persona que hayas escogido servirá como ejemplo. Ahora cierra los ojos y visualízalo en tu mente, contémplalo durante algún tiempo. Trata de ver en él alguna luz; un pequeño destello que antes no habías notado. Trata de encontrar algún pequeño brillo de luz en la fea imagen que habías hecho de él. Contempla este cuadro hasta que veas alguna luminosidad en él y después trata de hacer que este destello se extienda hasta envolverlo completamente y convierta la figura en algo hermoso y bueno. Después de mirar por algún tiempo esta imagen, vuelve tu mente hacia algún amigo. Trata de pasarle a el la luz que has aprendido a crear en torno de tu anterior ‘enemigo’; ahora percibe a tu amigo bendecido por esta misma luz que te lo muestra como tu salvador; él mismo salvado, sano y completo. Después deja que él te ofrezca la luz que ves en él y permite que tu ‘enemigo’ y tu amigo queden unidos en la bendición que tú has otorgado. Ahora te has perdonado a ti mismo. En este día no olvides el papel que el perdón juega trayendo felicidad a cada mente no perdonada, incluyendo a la tuya. Cada hora repite: El perdón es la llave de la felicidad. Deseo despertar del sueño ilusorio de ser mortal, falible y pecador, y saber que soy el Hijo perfecto de Dios.
( Un Curso de Milagros - Libro de Ejercicios)

1 comentario:

darYrecibir dijo...

gracias por extender el amor!!