martes, 26 de febrero de 2008

¿Necesitas renunciar a las cosas del mundo ?



Extracto del Libro "La revolución de la conciencia", de Isha, editorial Kier.
Este es el malentendido de la iluminación. La gente piensa que para alcanzar la conciencia humana completa tiene que renunciar, abandonar, perder. Es por eso que hay tanto miedo asociado a ello.
Pero esa no es la verdad. La iluminación te da abundancia y realización y riquezas mas allá de lo que jamás podrías imaginar. Pero para iluminarte, primero tienes que poder ver el apego a lo que es ilusorio, y ver que esas cosas, si bien se pueden disfrutar, no tienen un valor permanente. No brindan satisfacción permanente.
Entonces, las únicas cosas que tenemos que dejar ir son los apegos y las adicciones. Lo único que tenemos que soltar es el tratar de encontrar la realización dentro de la ilusión.
Así es que no tienes que renunciar ni tienes que abandonar, sólo tienes que ver a través y encontrar la verdad. Ver el verdadero valor de las cosas, y encontrar aquello que nunca cambia. Y anclarte ahí.
La religión nos ha impuesto la creencia falsa de que para santificarnos tenemos que dar a otros. Tenemos que abandonarnos a nosotros mismos en la causa de servir a los otros. Pero cuando damos desde ese espacio lo único que alimentamos es el resentimiento, porque el abandono alimenta el resentimiento.
Para dar en el afuera incondicionalmente - para poder dar servicio incondicionalmente - tenemos primero que darnos ese regalo a nosotros mismos.
La gente siempre me hace reír. Dicen, "Oh, no tengo tiempo para practicar, tengo que llevar a mi hijo al cine", o "no tengo tiempo de practicar porque tengo que llevar a Ana Maria a la clase de baile", o "no puedo practicar por mi trabajo"…, o "porque mi madre me necesita, porque…..porque…..porque…". Pero la verdad es que el único regalo verdadero que le podemos dar a nuestros hijos - o a la humanidad en general - es el amor incondicional a uno mismo.
Porque el amor incondicional a uno mismo les permite a todos alcanzar la libertad total.
Y ese es el regalo más grande que les puedo dar a todos: permitirles tener su propia experiencia. Permitirles tener su propia y completa expresión de humanidad. Permitirles disfrutar de la montaña rusa de la vida en todas sus dualidades y diversidades.
Tener la sabiduría de saber quien yo soy, les brinda a ellos la oportunidad de encontrarse a si mismos.

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