miércoles, 2 de mayo de 2007

Fuera de mi cuerpo


Una noche, hace algunos años atrás, estaba conectándome con las energías universales, muy despierta y consiente de lo que hacía, de pronto una fuerza muy grande, como un remolino me arrancó de mi cuerpo por el estomago, y sentí que toda la sustancia de mi ser abandonaba el cuerpo. Éste quedó como una cáscara de nuez vacía (fue la sensación que sentí), luego, para mi sorpresa, me di cuenta que podía verme las manos: eran de un color celeste muy luminoso y transparente. Las observé durante un momento y pensé: vaya que hermoso, con razón dicen que en este estado no se tiene arrugas, es todo perfecto. Miré el contorno de mis uñas un tanto curvadas como son habitualmente, eran iguales, y me dije: ahora puedo ir donde yo quiera. Reflexioné que podía mandar amor donde fuera necesario. De pronto, me vi en un lugar donde había mucha gente alrededor de una mesa gigante como en una reunión les decía te amo a cada uno de ellos y me miraban hacia arriba pero no me veían, eso me causaba mucha risa… Me pasé el tiempo, enviando amor y gozando de las diferentes reacciones de las personas… Vi pasar a mi hermana llorando por una calle sola, la llamaba y no me respondía, por lo cual no me hice mayor problema. Abrí los ojos, estaba de regreso en mi cama.
¡Wow!, me dije, que experiencia más sublime. Luego de eso pude entender muchas cosas relacionadas con el alma, con las distintas dimensiones y los distintos cuerpos que poseemos, otro mundo se abrió frente a mis ojos.
De ahí nace mi certeza absoluta de que somos mucho más que carne y huesos, que hay algo superior en todos los seres humanos y ese algo es el amor.
El amor, que nos hace semejantes a DIOS.

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