martes, 5 de junio de 2007

Recuperando el control


Cada ser humano, hombre y mujer, niño o niña vive su vida buscando algo.
Todos buscan la felicidad, el estar bien, divertirse, ser aceptados, ser respetados, ser reconocidos, todos buscamos amor.
Y en estas búsquedas permanentes se toman decisiones.
Y estas decisiones tienen repercusiones.
Y las repercusiones son los frutos con los que después se tiene que vivir, a veces, para toda la vida.
Y es ahí donde las lecciones de la vida llevan al hombre y a la mujer a cuestionarse nuevamente: ¿es ésta la vida que deseo llevar? ¿es para esto que yo nací? ¿éste era el plan que Dios tenía preparado para mí?
Y en estas preguntas se encuentra escondido el segundo llamado.
Un llamado del espíritu que desde adentro hace esfuerzos por superar la voz de la personalidad que ya tiene respuestas y teorías para casi todas las preguntas pero que la mayoría de las veces falla en encontrar la felicidad que el ser necesita.
Es el momento en que el mundo se derrumba, todas las teorías, todas las explicaciones, todas las recomendaciones que el ser ha venido siguiendo no lo han llevado a encontrarse consigo mismo.
Y entonces, si la persona escucha atentamente, si es capaz de acallar esa mente inquieta que lo llama a rebelarse, a renunciar a todo, a salir huyendo de lo que lo hace sufrir, si es capaz de sentirse humilde y escuchar a su espíritu que con una débil voz pero insistentemente lo llama... escuchará el secreto de los secretos.
Tu naciste para ser feliz.
Tu naciste para honrar a Dios dentro de ti.
Tu naciste para vivir una vida plena.
Pero... tienes que escucharme.
Tienes que aprender a vivir contigo.
No fuera de ti.
La televisión, los amigos, la familia, las revistas, todo lo que encuentras afuera no son sino distracciones de lo que verdaderamente importa. Todos te recomiendan cosas que comprar, viajes que realizar, libros que leer, iglesias a donde asistir... pero nadie te recomienda que pienses y sientas lo que tu ser interno te pide.
Nadie te recomienda que te escuches.
Vivimos en un mundo donde todos son expertos en resolver los problemas ajenos.
Un mundo de jueces que se creen capaz de juzgar a todos y a todo.
Y nosotros nos sometemos a esos juicios.
Los escuchamos y los seguimos a veces.
Otras veces nos hieren y lastiman... porque los escuchamos y los seguimos.
En todos los casos el ser humano ha renunciado a su libertad para someterse al juicio de los expertos en vidas ajenas.
Y esa es nuestra vida. Similar a un pequeño barco que golpeado por las olas de la vida viaja dando tumbos dirigido por mil capitanes que creen saber cual es el mejor destino que nos conviene seguir.
Por eso es que les digo... mediten, mediten, mediten.
Retomen el control de sus vidas.
Denle a su ser espiritual interno el control de lo que desean hacer.
Yo les propongo cumplir con sus misiones.
1º. Honren a su cuerpo físico.
2º. Sean felices.
3º. Honren a Dios con sus vidas.
Este es el camino que me propongo explicar.
Este es Un Camino Hacia la Luz.

(sacado de internet)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto también me gustó mucho!