viernes, 13 de julio de 2007

Una puerta puede ser un signo de acceso y acogida,puede ser signo de rechazo,separación,clausura.
A una puerta se llama siempre desde fuera, pero sólo se abre desde dentro...salvo que se haya entregado libremente la llave para abrir desde fuera. Una puerta para abrirse gratamente,sin violencia ni temores, debe abrir desde dentro...sólo en la guerra las puertas se violentan, sólo en el temor aparentan abrirse.
Hay puertas cerradas protegidas en exceso, decididas a custodiarlo todo... a cualquier precio. Sus cerraduras y sus ansiedades son inflexibles.
Hay puertas tapiadas, que de pronto cortaron lazos,limitaron
para siempre el encuentro.Por más que se les llame y golpée no serán capaces de romper la dura barrera de concreto que se impusieron (o que les impusieron). Hay puertas que cargan la sabiduría de los años, la calma que evita carreras sin sentido, que invitan a traspasarlas paravivir el tiempo del discipulado, del que al aprender mira, se admira y se maravilla. Hay puertas que acogen las diferencias, que permiten descubrir y trabajar proyectos comunes.La pregunta que nos queda por responder después de esta lectura es: ¿ Qué clase de puerta somos?...

EG

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